Descubriendo el sentido
Testimonio depositado en el foro
Maestros, compañeros y antiguos alumnos: en estos breves párrafos me gustaría acabar de esclarecer y haceros partícipes del significado que el máster ha tenido para mí: el de descubrir el sentido de tantas realidades que se habían ido poco a poco volviendo opacas en nuestra civilización, como envueltas en el polvo de la falta de significado.
El máster me ha ayudado
a redescubrir el sentido de tantas realidades,
difuminadas entre el polvo de la rutina y la falta de reflexión.
El sentido del matrimonio
Procuraré hacerlo con cierto orden. Cuando decidí emprender este nuevo proyecto, estaba llena de dudas, temores e inseguridad por retomar los estudios.
Sin embargo, cada vez que escuchaba el nombre del máster me venía a la mente la posibilidad de recuperar el sentido del matrimonio, que desde luego se ha ido perdiendo con el paso del tiempo, por aquellas excusas tan engañosas y un poco manidas de la “actualidad” y su “modernidad”.
Desde que ingresé a la maestría,
mis pensamientos adoptaron una forma más humana,
en la que afloraba el sentido último
de cuanto estaba indagando y de mi propia labor profesional.
Una tarea con sentido
La tarea docente y, en general, cualquier quehacer educativo, requiere una buena dosis de comprensión de y con los niños, para identificar situaciones de riesgo o que los afecte más directamente y los haga peligrar, desdibujando su biografía, a veces durante muchos años.
Implica asimismo ser su guía en el ejercicio de los buenos valores, de las virtudes, descubriendo el hondo sentido de cada uno de ellos.
Y, además, reafirmar sus ganas por seguir aprendiendo, ser honestos con sus sentimientos, humildes, valientes y hacer las cosas con entusiasmo, aunque a veces nos falten las ganas y no acabemos de percibir los motivos profundos de lo que llevamos entre manos.
Pero no se trataba solo del matrimonio. Una vez asentado ese gran cimiento, había que reflexionar sobre el papel de los padres de familia como formadores de sus hijos, que nutren el matrimonio y completan el hogar con tantas satisfacciones, amor, alegrías y compromisos.
Un comienzo con sentido
Desde que ingresé a la maestría y con los conocimientos del Dr. Melendo y del maestro Gabriel Martí, y con los comentarios de apoyo y retroalimentación de este segundo, mis pensamientos comenzaban a adoptar una manera más humana, quizá también más introspectiva, en la que afloraba el sentido último de cuanto estaba indagando y de mi propia labor.
Comprendí aún más el sentido del amor, aumentando la conciencia de las situaciones que socialmente vivimos, de cuánto me falta por aprender y enseñar a los demás.
Y que para realizar con plenitud mi labor docente no bastaba con poseer o dominar un conocimiento.
Estaba ante una actividad bastante más compleja, pero también mucho más atractiva y preñada de gozos y de exigencias.
Desde que ingresé a la maestría,
mis pensamientos adoptaron una forma más humana,
en la que afloraba el sentido último
de cuanto estaba indagando y de mi propia labor profesional.
Sentido para mi propia vida
Como una especie de recompensa no buscada, el intento de poner por obra lo aprendido en el máster ha dejado en mí un poso de sentido y de conocimientos concretos, que puedo aplicar en mi vida personal y profesional y, sobre todo, me han hecho capaz de llegarlos a transmitir.
En el proceso vi más allá de la teoría, puesto que al intentar llevarlo a la práctica, el sentido humano sale a flote.
Cuando veía a los padres dirigirse a sus hijos, reflexionando juntos sobre aquello que por falta de tiempo, exceso de ocupaciones y problemas personales no habían advertido, el impacto generado en todos ellos —padres e hijos— me conmovió intensamente.
Y aún más me emocionó advertir, hecho vida a través del sentido redescubierto, que el amor de una madre es el más lindo y puro de todos y que la familia siempre apoyará a cada uno de sus integrantes cuanto se encuentre en dificultades: la familia es la institución más sólida e importante de la sociedad, la más apta para descubrir, reforzar y transmitir sentido.
El intento de poner por obra lo aprendido en el máster
ha dejado en mí un poso de sentido
y de conocimientos concretos,
que puedo aplicar en mi vida personal y profesional.
El sentido de mi esfuerzo: más amor
Me quedo con grandes aprendizajes de este máster.
Sin duda, fue una excelente decisión arriesgarme con unos estudios que inicialmente parecían superarme: conforme he ido avanzando en ellos, me he ido sintiendo más y más satisfecha, sobre todo porque he descubierto el sentido de realidades que antes percibía de otro modo.
Ahora veo la realidad no del todo positiva de muchas familias, pero también he aprendido a descubrir mucho amor, capaz de otorgar sentido a lo que da la impresión de no tenerlo. El amor que ayuda a enderezar lo que anda torcido o se está descaminando, a lograr lo imposible.
Sé muy bien que una persona sola no puede cambiar al mundo o la situación del entorno. Pero he aprendido y comprobado que sí que puedes impactar en las personas —una a una— y contagiarlas de entusiasmo por ser mejores cada día, descubriendo el inmenso valor de esa conversión.
Que las cosas materiales son buenas y útiles, pero vienen y van, mientras que el amor no se compra: el amor se regala y se recibe como un don gratuito.
El amor, núcleo (solo núcleo) del auténtico sentido
Se requiere voluntad y compromiso para trabajar a diario en la solidez del hogar. Y el amor es imprescindible para conseguirlo. Pero no basta. Es solo como el núcleo o el armazón —el “sentido del sentido”—, que es preciso completar con otras realidades, también surgidas del mismo amor.
Considero importantísimas la comunicación, el respeto, el perdón, la honestidad, la igualdad, la admiración y el optimismo.
Creo fielmente en el amor, el matrimonio y la familia unida. En la necesidad de llevar a cabo una buena elección recíproca de los que aspiran a recorrer juntos un camino, el de la vida, cuyo trazado a veces parece difuminarse.
Dicho con cierto desgarro, el matrimonio no es sólo un pedazo de papel o un contrato. Se hace fuerte e imperecedero en la promesa de vivir juntos fielmente, hasta la muerte, contra todo: enfermedad y salud, bonanza y borrascas. Solo entonces goza de pleno sentido y es un beneficio impagable para los hijos que van creciendo a la sombra —¡dentro!— de ese matrimonio.
El matrimonio se fortifica
en la promesa de fidelidad hasta la muerte:
solo entonces es un beneficio impagable para los hijos,
que crecen “dentro” de ese matrimonio.
Sentido y gratitud
Agradezco infinitamente a Dios por todo lo que ha puesto en mi camino para ayudarme a descubrir el hondo sentido que se va generando al caminar por él: mi familia y mi profesión, principalmente, que me han llenado el corazón de sentimientos y la mente de experiencias y recuerdos.
Y, cómo no, mis alumnos, que me permiten ayudarles a descubrir el sentido de su propia vida, única e irrepetible, e irlos encaminando en pos de la felicidad.
Alexia Itzayana Sánchez Cruz
Oaxaca, México