Un máster con sentido múltiple: mejor en todos los ámbitos
Este es un máster con sentido múltiple: me ha impulsado a ser mejor en todos y cada uno de los ámbitos que componen mi condición de persona.
Me ha enseñado que no solo debo luchar por vivir ciertos principios, sino integrarlos y concretarlos día a día, primeramente en mi hogar.
Por ejemplo, no solo he de seguir el largo camino de la justicia, a secas, sino uniéndola a la caridad, con abundancia de amor a Dios y a los demás.
Este máster me ha impulsado a ser mejor
en todos y cada uno de los ámbitos
que componen mi condición de persona.
Un máster con sentido íntimo: mejor en mi matrimonio
Es decir: un máster con sentido conyugal
Ahora entiendo mejor la institución matrimonial como tal, que ni está en crisis ni es obsoleta.
Sabía que nuestro matrimonio es un proyecto de vida común, un camino de perfección y felicidad. Pero luchaba excesivamente en hacerlo complementario, hasta sumiso, y pensaba que era necesario compartir con “humildad” para encontrar la felicidad, “perdiendo” en cierto modo la propia personalidad.
Ahora me gusta considerar una mejor y más dilatada dimensión, en la que sí es posible vivir una unidad con dos cabezas y un solo corazón, un solo yo íntimo, porque en pareja podemos ser un ser nuevo, único e irrepetible.
Me ilusiono con un amor conyugal real, imagen del amor divino, sin egoísmos, para que el otro pueda crecer como persona y llegar a alturas insospechadas, dedicándoles a mi esposa y a Dios mi mejor esfuerzo.
Me ilusiono con un amor conyugal real, sin egoísmos,
para que el otro pueda crecer como persona
y elevarse a alturas insospechadas.
Un máster con sentido y contenido teorético: una mejor comprensión
Entiendo mejor que estamos capacitados para la búsqueda de la perfección en un matrimonio genuino que lucha por vivir todos los detalles de servicio con creatividad y auténtico amor. Porque, como todas las cosas, el bien se descubre y se aprende y el preferir libremente una mejora continua es algo que tiene lugar, sobre todo, en la familia.
Este es un máster con sentido y vocación de hondura: me ha movido a analizar con entusiasmo las razones profundas por las que vivimos rodeados de una cultura que corre el peligro de perder el sentido del matrimonio y de la institución familiar.
Estamos en el fondo de una degradación del ser humano como nunca se había visto, pero también a las puertas de una verdadera y esperanzadora revolución desde nuestras familias.
Un máster con sentido proyectivo: más y mejor acción
Deseo cooperar para devolver el protagonismo a las familias y todos unidos capacitarnos para mejor enseñar y acompañar a otros a ser familias felices.
La vía para instaurar la civilización del amor es la revitalización y el desarrollo de la familia, y deseo consagrarme a esa tarea.
Debo dedicar más empeño para estar disponible al trato de confidencia con los buenos amigos, para acompañarles y quizá aconsejarles; invitarles a una mejor comunicación de pareja, y que abran una cita sagrada en sus agendas, para renovar el amor romántico acorde con cada sexo —varón y mujer— y muy detallista en lo que saben que al otro le gusta: una hora al día, un día a la semana, un fin de semana solo para ellos dos.
Como pareja de esposos con ansias de mejora, somos indispensables para lograr diálogos respetuosos sobre la persona y su dignidad, como forjadores de paz y unidad en la familia.
Los hijos verán entonces que el mejor amor consiste en disfrutar haciendo el bien a la persona amada, porque en lo sencillo, ordinario y simple está el amor.
Deseo cooperar para devolver el protagonismo a las familias
y todos unidos capacitarnos para mejor enseñar
y acompañar a otros a ser familias felices.
Un máster con sentido integrador: mejor unión de teoría y práctica
Conservando una disposición para no separar la teoría de la práctica, ahora veo mi vida matrimonial como un camino privilegiado para crecer sin término.
No me ofrece una felicidad perfecta porque no es ese su fin; pero me madura como escuela de amor para la felicidad plena.
Nuestros hijos deben descubrir el esfuerzo que hacemos por procurar ser cada uno mejor y la costumbre de vencernos en lo pequeño.
Deseo disfrutarlos, contemplarlos, hablarles a diario del amor verdadero y de sus misterios, de nuestra intimidad de amantes, del empeño por alcanzar y mantener una etapa de perfección, no con simples metas sino con objetivos y obras reales, concretados en familia —tallados a pequeños golpes— y gozarlos como nuestra mejor obra de arte: un amor eterno, fiel e indisoluble.
Los padres somos los que mejor conocemos a nuestros hijos en todas sus facetas, porque además los amamos, por encima de nosotros mismos y de nuestras capacidades.
Un máster con sentido difusivo: mejor comunicador
En consonancia con lo anterior, me animo a diario disfrutar y difundir el amor verdadero y sus misterios; crecer en la intimidad de amantes y luchar por el objetivo de alcanzar y mantener una etapa de perfección, no con simples metas sino con propósitos reales y determinados para gozar nuestro amor eterno, fiel e indisoluble, como nuestra mejor y más acabada labor de filigrana.
A nuestros hijos, igual que a mi esposa, los debo querer no como a mí mismo, sino con un amor numéricamente idéntico al que a mí mismo me profeso.
He comprobado con creces lo que nos enseñaban en la maestría: que querer a cada nuevo hijo —nueve, y cinco criados—, es amar mejor, doble, o triple o múltiplemente a mi consorte, porque nos hace confluir ambos afectos, el paterno o materno y el de los esposos, en un mismo e idéntico amor, que se vuelve mucho más cabal, completo, unitivo y perfeccionador.
Nos ponemos los dos y con nuestros hijos en una situación inigualable para crecer interiormente, para ser mejor persona y tremendamente feliz.
¡Cómo no difundir esta alegría, para seguir sembrando nuevas huellas de amor heredados, como se los ha pensado Dios y gozar de su Presencia en nuestra familia!
¡Cómo no difundir esta alegría,
para seguir sembrando nuevas huellas de amor,
como los ha pensado Dios,
y gozar de su Presencia en nuestra familia!
Un máster con sentido emocional: mejor afectividad
He comprendido mejor y con más hondura la relevancia de enseñar a comunicarnos en la familia con una afectividad bien vivida.
Que vivamos la templanza, que seamos fuertes y sobrios, para acrisolar con más facilidad una moral con normas personales con las que orientarnos libre y responsablemente; así vislumbraremos la entrega y la felicidad plena, porque tendremos más capacidad de recibir y de dar con un gozo más cumplido, como nos proponen muchos enfoques en la maestría.
La familia que vive esa felicidad profunda, que deja huella en el cuerpo y en el alma de cada uno de sus integrantes, no solo decanta y vive lo bueno, sino que se esmera por ser mejor; porque no se trata solo de distinguir entre el bien y el mal, sino entre lo mejor y lo peor; estamos llamados a alentar con creatividad por senderos de compromisos libres aunque cueste esfuerzo, a veces mucho.
Un máster con sentido personal: mejor tono humano
Debo ser más exigente y concreto para que nuestros hijos y nosotros mismos estemos adornados de virtudes que formen una sensibilidad interior, con una conciencia moral recta.
Todas las circunstancias, buenas o menos buenas, son oportunidades para crecer, porque lo humano admite grados.
La virtud del varón y de la mujer consiste en serlo en el grado mayor posible, en serlo mejor. La inmoralidad consiste en serlo peor, en la falta de entusiasmo y generosidad por ser mejor. Porque el hombre es alguien nunca acabado, siempre haciéndose, en camino.
La vida humana es intrínsecamente ética, en un sentido más radical y profundo de lo que ha solido pensarse.
Cada uno de nosotros, pero sobre todo en pareja y en familia, somos agentes muy poderosos de cambio para llegar a cada una de las familias concretas y no a todas con generalidades.
Cada uno de nosotros, sobre todo en pareja y en familia,
somos agentes muy poderosos de cambio
para llegar a cada una de las demás familias.
Un máster con sentido civil: mejor actividad “pública”
El Creador ha depositado en nosotros su confianza en la procreación, el cuidado de los hijos y el futuro de esta civilización en crisis.
Es una forma de participación civil en asociaciones afines sin descanso.
El verdadero cambio se hace de abajo para arriba, o de dentro para fuera, desde las familias, mostrando alternativas y proyectos de familias cristianas que den ganas de imitar.
Un máster con sentido de honda transformación: mejor vida de infancia
Me he propuesto el nuevo y ambicioso proyecto de penetrar mejor en el alma de cada hijo, en ese santuario de lo propiamente humano, en la verdadera ecología humana, remodelando así mi propio corazón de hijo.
La condición es mantenerme en contacto con la infancia, como instrumento eficacísimo para comprender lo mejor de cada uno y como arma inigualable de mejora de nuestra propia condición de seres humanos limitados.
Debo esmerarme en ser más sensible en conservar o recuperar una vida de infancia, con su particular perceptibilidad y su confianza ilimitada, para engendrar muchas buenas amistades en quienes podamos confiar y dejarnos ayudar con docilidad.
Me he propuesto el nuevo y ambicioso proyecto
de penetrar mejor en el alma de cada hijo,
en ese santuario de lo propiamente humano,
remodelando así mi propio corazón de hijo.
Un máster con sentido familiar y social: mayor y mejor apertura al entorno
La maestría me ha ayudado además a concretar ardientes y ambiciosos propósitos para contribuir activamente a que otros padres en los prescolares, colegios y universidades de mis hijos comprendan que la familia es imprescindible.
Que goza de un valor inigualable no solo para que sus hijos alcancen la plenitud, sino también para que ellos como padre y como madre mejoren en verdad como personas, para luego desbordarse de manera gratuita y fecundísima en beneficio de los otros.
Cuanto mejor y más perfectos van siendo un varón o una mujer, más precisan de la familia como el ámbito en el que pueden dar y darse con la seguridad de ser acogidos justo como personas.
Los valores familiares acaban por integrarse en una unidad de orden superior: la identidad de esa persona. Esa integración complementa la dimensión trascendente de la persona y sale garante de la unidad dinámica del ser humano, tal como hemos estudiado.
La familia constituye el ámbito en el que la persona se revela a sí misma, el ámbito donde cada persona es querida por sí misma, el ámbito donde el hombre puede encontrarse consigo mismo y aprehenderse como la persona que es.
La familia es una institución social que no se puede ni se debe sustituir; no hay ninguna mejor; es el santuario de la vida.
Cuanto más perfectos van siendo un varón o una mujer,
más precisan de la familia
como el ámbito en el que pueden dar y darse
con la seguridad de ser acogidos justo como personas.
Un máster con sentido de apertura: mejor aprendizaje de los otros
Muchas de las lecturas recomendadas en este postgrado me han ayudado a comprometerme con otras familias en nuevas obras de promoción social, primordialmente en favor de parejas pobres, influyendo desde la confianza y el ejemplo, contagiando una visión, dando charlas, cursos y asesorías.
Estas parejas con mucha sabiduría, verdadero sacrificio y sentido común me han ayudado a entender mejor que la familia debe ser colocada como el fundamento mismo de toda solicitud por el bien del hombre; cualquier esfuerzo para que nuestro mundo humano sea cada vez más humano es recompensado con creces.
Un máster con sentido radicalmente familiar: mejor defensor de los valores familiares
Comparto la iniciativa de usar la objeción de conciencia para temas fundamentales de familia y educación de los hijos; sin duda conviene promover la libertad personal y la libertad “de las conciencias”, porque nos concierne a todos y significa el deber de seguir ese imperativo interior de la recta razón, después de haber recibido una seria formación.
En el momento histórico actual resulta primordial educar para velar por el respeto a la libertad de las conciencias y el fomento permanente al ejercicio de la libertad responsable que se manifiesta en la coherencia de pensamiento, palabra y acción de cada persona.
Me urge fortalecer vínculos profundos e ilimitados, haciendo amistades con familias que ayudan a otras familias y unirse mejor para vencer leyes injustas.
Un máster con sentido de futuro: mejor continuador
Finalmente, considero que es invaluable el caudal de los contenidos recibidos durante la maestría.
Me ilusiona releerlos, reflexionarlos, hacerlos más profundos, propios y prácticos: para tener un criterio maduro y concluyente y aplicarlos en mi obrar animosamente, con creatividad, liderazgo, humildad y afán de servicio.
Me entusiasma su eficacia para sustentar respuestas claras y amables ante situaciones confusas, porque son instrumentos que promueven cambios para el bien de todos.
Puedo ser más sugerente y emprendedor y animar a otras personas a moverse en la misma línea, haciendo mejor y más eficaz el esfuerzo de todos.
Estoy muy agradecido con los profesores del máster, porque me ayudan a hacer perdurable la decisión de vivir alegre en la búsqueda de la verdad, y así saber diferenciar información, formación o deformación, puesto que o decido vivir y disfrutar en la verdad o juego con la hipocresía.
O decido vivir y disfrutar en la verdad
o juego con la hipocresía.
Andrés Ávila Garavito
Medellín, Colombia